viernes, 25 de enero de 2008

Todo por una entrada


MAR DEL PLATA.- La fila de personas se extendía en el horizonte como una cinta asfáltica en medio del desierto. El tradicional choque entre Boca y River es un faro de irradiación tan poderoso que proyecta la luz de la pasión en su punto infinito. Es tan grande el hechizo colectivo que despertó el primer superclásico del año que bastó con poco más de una hora y media para que se agotaran las 13.400 populares (15 pesos cada una) disponibles para el encuentro de mañana, en esta ciudad.


Sin embargo, la fiesta del fanatismo tuvo sus escenas de caos y locura, provocadas por aquella gente que no respetó su lugar en la cola y por la furia de los que se quedaron sin boletos. El desorden desencadenó en atropellos, empujones y desmayos. Fue una película anárquica ante los ojos de la policía, que sólo pudo controlar la situación después de 45 minutos de desconcierto y barbarie, en los que no hubo heridos de gravedad ni detenidos. Desde las 4 de la madrugada de ayer comenzaron a formarse las filas en las ventanillas del estadio José María Minella, el punto de venta de las populares para ambas parcialidades.


El primer inconveniente surgió cuando un grupo de jóvenes que estaba alcoholizado ocupó a la fuerza los primeros lugares de la cola. A partir de ese momento se produjeron empujones y peleas que provocaron que la gente quedara apiñada contra los vallados de protección. La imagen del descontrol fue la de una madre, que junto a su hijo, le escapó al caos por los techos de la boletería, desesperada porque se sentía asfixiada.

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