domingo, 27 de enero de 2008

Boca juniors se quedo con el clasico

MAR DEL PLATA.- Lo necesitaba mucho Boca. Por eso lo festejó tanto, cuando los jugadores arrojaron las camisetas a las tribunas. Por eso lo disfrutó tanto. Hacía siete partidos y 742 días que no le ganaba a River, cuando lo superó por 3 a 2 en el mismo estadio, por el Pentagonal de Grandes 2006. Anoche la presión era otra.



Todavía no había vencido en el verano y, más allá de que lo que importa es la preparación para las competiciones oficiales del semestre, los superclásicos se celebran o... se sufren. Los fuegos artificiales, el marco eufórico y expectante como pocas veces dentro y fuera de la cancha, las frases de la semana, los debuts, las exigencias que crecen día a día, un aceptable campo de juego... No había excusas y por eso fue un choque emotivo, en el que los xeneizes fueron superiores y se impusieron merecídamente por 2 a 0, con goles de Sebastián Battaglia y Martín Palermo. Tanta adrenalina acumulada desde que empezó el año entregó un clásico emotivo, de ida y vuelta. Con velocidad, vértigo, muchas situaciones de riesgo y una gran entrega por parte de los protagonistas. No fue amistoso porque todos y cada uno se jugaban muchas cosas.



Desde el honor hasta la titularidad en un torneo Clausura que comenzará en breve y que presentará paralelamente una Copa Libertadores que espera inquieta, a la vuelta de la esquina. El equipo millonario había arrancado más despierto, más preciso en las entregas y con Ortega como abanderado del circuito creativo, como le gusta a Simeone. Así generó la primera aproximación, con un violento remate del Burrito que desvió Migliore. A Boca le costó hacer pie en el medio campo, pero ganaba terreno con las faltas que le cometían a Palacio por los costados (especialmente por la izquierda), cuando Palermo aguantaba el balón en la puerta del área, y con el propio Riquelme, si lograba despegarse de la marca de Ponzio.



En el momento que el medio millonario se movía mejor, llegó el gol de Boca. Morel Rodríguez tomó el rebote de un tiro libre de Riquelme, envió el centro cruzado, de esos que lastiman y se cierran sobre la figura del arquero; el balón le cayó a Battaglia, que definió con una muy buena volea al segundo palo. River mostró dos caras. Fue audaz y generoso en el ataque, pero lento y previsible en defensa. La solidaridad exigida por su entrenador se vio de a ratos, aunque dentro de un desorden que generó más infracciones que juego asociado y que quedó expuesta en el retroceso. Incluso cometió tres faltas en tres minutos, aunque después se calmó. Arriba, contó con variantes en el desequilibrio. Mandó Ortega, pero también desnivelaron Alexis Sánchez y Rosales. En el conjunto de Ischia no fue tan así.



Si bien Palacio y Palermo se movieron bien sin el balón en su poder, apareció mucho más dependiente de Riquelme en la generación de un ataque colectivo. Pero vale la aclaración: desde su control de la pelota sus compañeros se afirmaron a pasos agigantados. River se apagó después del gol y Boca encontró cierto orden.



Además, de contraataque, pudo aumentar la diferencia. Riquelme, que exigió mucho a Carrizo con disparos desde afuera del área, estuvo cerca de marcar un gol olímpico, aunque el arquero respondió muy bien. En el segundo tiempo, Ortega enseguida dejó mano a mano a Abreu, pero Migliore se lució en el anticipo y volvió a responder muy bien con un tiro libre de Archubi que el viento desacomodó.



Las fricciones dominaban tanto la escena como la voluntad por atacar en ambos conjuntos. Pero Boca, superado o no, siempre tiene a mano un remate de Riquelme para hacer la diferencia. De un disparo desde muy lejos que sorprendió a Carrizo surgió el segundo tanto: Palermo se apoyó en el travesaño y cabeceó al gol.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Dejanos tu comentario

 
Web Analytics